El brote de enfermedad
por coronavirus (COVID-19) ha dado pie a todo de tipo de falsos rumores que, extendidos
por las redes sociales, han creado un nerviosismo colectivo. La información se
sucede a un ritmo vertiginoso y, a pesar de que mucha sea incompleta o
contradictoria, está creando pánico y racismo de manera viral, y nunca mejor
dicho. La mezcla de emociones mal calibradas y un conocimiento limitado, es la
situación exacta en la que se encuentran muchas personas en este momento
respecto al coronavirus, lo que ha iniciado una espiral cada vez peor de
conducta irracional. Conviene no olvidar que lo que se piensa del coronavirus está
distorsionado por la emoción del miedo (a enfermar o morir),
provocando reacciones fuera de lugar, como aislar a los ciudadanos chinos de
nuestro entorno sin motivo. Así, un restaurante de Hong Kong ha colgado un
letrero donde se puede leer: “Queda prohibida la entrada a los chinos. Lo
sentimos mucho, queremos vivir mas. Por favor, perdónenos”. Parece que a la
mínima sale el brote xenofóbico que todo ser lleva dentro. Un prejuicio es
tener un juicio previo antes de conocer algo de primera mano. Si pensamos que
los hombres conducen mejor que las mujeres, estaremos más atentos y
condenaremos antes una infracción de una mujer al volante que la de un hombre.
Se suele prejuiciar y desvalorizar a las sociedades o personas que son
diferentes a nosotros. Ahora le toca el turno a China. Para evitar estos
alarmismos uno debe informarse por canales serios y oficiales, porque se quiera
o no, todo el mundo cometemos sesgos cognitivos. Y la única realidad es que el
97% de las personas que se relacionan con el virus se curan y que, para
protegerse de esta enfermedad, basta con evitar el contacto cercano (menos de 1
metro) con cualquier persona que tenga fiebre o tos y practicar una buena
higiene en manos y vías respiratorias. www.carloshidalgo.es