14 días de auténtica felicidad
En la historia, pocas personas han sido tan poderosas e inteligentes como el califa Abderramán III. Con 70 años, en el lecho de muerte, dejó escrito lo siguiente: «He reinado cincuenta años en Córdoba. Amado por mis súbditos, temido por mis enemigos y respetado por mis aliados. Riquezas y honores, poder y placeres, aguardaron mi llamada para acudir de inmediato. No existe terrena bendición que me haya sido esquiva. En esta situación he anotado los días de pura y auténtica felicidad que he disfrutado: suman catorce, y no todos seguidos”. Vivió entre el lujo y los placeres mas de 25.000 días, pero sólo 14 plenos de felicidad. Fundó Medina Azahara, amplió la mezquita, promovió el arte, la cultura y la medicina hasta tal punto que, cuando murió en el 961, Córdoba era un califato que dominaba casi toda la península ibérica, parte del Magreb y del mediterráneo. Pero no fue feliz. Hoy se sabe que padecía un tipo de depresión de aparición tardía, llamada melancolía involutiva, en la que predomina la tristeza, la melancolía y la incontinencia emotiva (incapacidad de hablar sin llorar). Lo cierto es que todos perseguimos la felicidad, pero pocos la consiguen, tan sólo los que se centran en el presente. Vivir el presente es algo que todos queremos, sin embargo, le damos mas importancia al pasado y al futuro. Por un lado, tendemos a pensar que el pasado siempre fue mejor, distorsionando los recuerdos. Por otro, tenemos la esperanza de que el mañana será mejor, cometiendo el error de poner condiciones a la felicidad. Nunca se debe pensar en la felicidad como una meta, pues esto es efímero, mas bien se tiene que ser feliz en el camino. Por eso, una clave para la dicha reside en el hecho de ser conscientes del ahora. Los niños no piensan ni en su pasado, ni en su futuro, por eso gozan del presente, y son felices. www.carloshidalgo.es