El efecto espectador
Hace unas semanas, una familia británica compuesta por los padres y dos hijos, el menor de tan solo 7 años de edad, se disponía a embarcar hacía Tenerife con el fin de pasar una semana de vacaciones. Según las normas de aviación internacional, el menor de los hijos debía sentarse obligatoriamente al lado de uno de sus progenitores. Pero el vuelo iba lleno y cuando subieron al avión ya no quedaban dos asientos contiguos libres. A pesar de pedirlo, nadie se ofreció a cambiarse de asiento, por lo que tuvieron que bajarse del avión y terminaron pasando sus vacaciones en una caravana en Exmouth. Increíble, pero cierto. Lo curioso del caso es que se han cargado las tintas contra la compañía Easyjet, cuando tan solo ha seguido la reglamentación vigente, pues al ser una compañía de bajo coste, no tiene obligación de reservar asientos. Pero lo cierto es que no es justo descargar la ira contra la compañía. Aquí ha tenido lugar lo que en psicología se llama el efecto espectador. Lo que asegura esta teoría es que cuanta más gente hay, mas se diluye la responsabilidad y más cuesta dar el paso de ayudar. Así, se sostiene que a mayor número de espectadores observando a alguien en situación de peligro o necesitando ayuda, menor es la probabilidad responsabilizarse y ayudar a la víctima. La mayoría de personas piensan que si los demás no hacen nada por qué van a hacerlo ellos. Resumiendo, unos por otros nadie hace nada. Y es que, como decía Einstein, el mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. www.carloshidalgo.es