EL EXPERIMENTO DE LA CICATRIZ
Hace unos años, los investigadores Kleck y Strenta, llevaron a cabo un estudio, con el objetivo de evaluar cómo la autopercepción puede afectar a nuestro juicio, que se denominó el experimento de la cicatriz. Un grupo de personas, acudió a una entrevista de trabajo, con la misión posterior de comentar si sintieron algún tipo de discriminación. A varias de ellas, se les dibujaron cicatrices monstruosas en el rostro, con ayuda de un buen maquillaje. Luego, se les puso frente a un espejo para que se vieran bien y tomaran conciencia de su deformidad. Pero, antes de salir, pasaron por maquillaje de nuevo para “hidratar” la herida, aunque en realidad les borraron la cicatriz por completo, sin que se dieran cuenta. Los resultados obtenidos tras la entrevista mostraron que estas personas se sintieron discriminadas por sus “cicatrices”, notando malestar por parte de los entrevistadores, debido a esas señales; marcas que estaban en su mente, pero no en su piel. Es más, los entrevistadores afirmaron que no les había convencido el perfil en la selección porque los candidatos exteriorizaban estar acomplejados por su físico. Y es que, ante ciertos acontecimientos de nuestra vida, lo verdaderamente importante es cómo juzgamos o entendemos nuestros defectos, lo que hace que nos comportemos de una determinada manera. Dicho de otra forma, nuestras expectativas influyen tanto en nuestras experiencias, que acaban jugando un papel crucial en la forma en que percibimos y experimentamos el mundo que nos rodea. Como ocurre en la llamada percepción selectiva, que es cuando nuestra expectativa filtra la información que se recibe, prestando atención solo a los estímulos que coinciden con lo esperado, pasando por alto los que no lo hacen. Por ejemplo, si esperamos que alguien sea amable con nosotros, es más probable que notemos y recordemos sus acciones amables; mientras que, si esperamos que sean groseros, es más probable que prestemos atención a cualquier comportamiento negativo. En definitiva, al ver el mundo como somos, y no como es, lo que vemos es lo que esperamos ver. www.carloshidalgo.es