El juego del calamar
Hace apenas un mes que se estrenó en Netflix una serie surcoreana que se ha convertido en la favorita de la plataforma a nivel mundial. El juego del calamar (Squid Game) es una mordaz referencia a la violencia, traición y desesperación que existe en la vida actual en Corea del Sur. La serie muestra a 456 personas, sumidas en deudas e infortunios personales, que participan en seis misteriosos juegos infantiles de supervivencia, durante nueve episodios, con el objetivo de ganar un premio de 35 millones de euros. Los que fallan mueren de manera despiadada en un proceso de eliminación. Y, como lo frecuente en los hogares es que los niños vean la televisión sin restricciones, la mayoría de niños de 12 años en adelante ya ha visto la serie por completo. Desgraciadamente, esto ya tiene su reflejo en la vida real pues diferentes colegios han dado la voz de alarma al ver cómo los niños utilizaban los recreos para reproducir la mecánica violenta vista en la serie. El juego que más se está reproduciendo es una especie de “escondite inglés” al estilo coreano, en el que en lugar de decir “1,2,3 escondite inglés, sin mover las manos ni los pies”, se simplifica con una luz roja y una verde. En la serie, la que canta es una enorme muñeca que cuando se calla, se da la vuelta y, al detectar al que se mueve, lo asesina a tiros. La adaptación que han hecho los escolares es que los participantes en lugar de balas utilizan puñetazos como forma eliminatoria. El problema no es solo que presenta un alto grado de violencia, sino que además está asociado al mundo infantil y a juegos propios de la edad. Además, la serie sugiere el mensaje subyacente de que para triunfar conviene hacerlo a expensas de aquellos que fracasan por debilidad, discriminación o mala suerte. Siendo que los niños aprenden mientras juegan, esto es como mínimo preocupante. www.carloshidalgo.es