El Síndrome de Solomon
En 1951, el psicólogo Solomon Asch realizó un experimento con 120 jóvenes voluntarios de un instituto. Agrupados en bloques de 8 estudiantes, Asch compinchaba a 7 de ellos, de tal manera que el 8º alumno, que hacía de cobaya, siempre tuviese que responder en último lugar, habiendo escuchado la opinión del resto de compañeros. Se les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes y se les pedía que dijesen en voz alta cuál de las tres líneas era igual a otra dibujada justo al lado. La respuesta era tan sencilla que apenas había lugar para el error. Sin embargo, los 7 estudiantes cómplices del investigador respondían uno a uno la misma respuesta incorrecta, de tal forma que el 8 participante ya había oído todas las opiniones. El resultado fue tremendo: El 75% se dejó influir arrastrado por la opinión de los demás, respondiendo incorrectamente, sólo para no ir en contra de la mayoría. De hecho, acabado el experimento reconocieron que distinguían perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento discordante del grupo. Esto deja bien a las claras que se está mucho más condicionado de lo que se piensa, cambiando con frecuencia pensamientos, decisiones y comportamientos sólo para encajar con la opinión de la mayoría. Esto, conocido en honor al autor del estudio como síndrome de Solomon, revela la falta de confianza y de asertividad que tienen la mayoría de personas. Por otra lado, es común adoptar el comportamiento de la mayoría para evitar sobresalir o brillar en un grupo social determinado, temiendo llamar la atención en exceso. Esto es así porque se cree que formamos parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos pues, aunque parezca lo contrario, está mal visto que las cosas nos vayan bien. www.carloshidalgo.es