Martes 17.01.17
54 V IDEAL
Antes uno ‘se iba a por tabaco’
y no volvía. Era la
forma bestia de romper
un noviazgo o un matrimonio.
Sin dar la cara. Sin aguantar
llantos ni reproches. Un corte limpio
y rápido como un hachazo. En
la era de internet, a eso mismo se
le llama ‘ghosting’, algo así como
desvanecerse. La diferencia es que
en el pasado esas despedidas a la
francesa eran la excepción, un caso
dramático del que podían alimentarse
los cotilleos de un barrio durante
generaciones, y ahora evaporarse
es una opción más en las relaciones
afectivas. Algo muy de diario.
A muchos jóvenes darse el piro
cuando aparece el primer mal rollo
en una pareja les parece normal. Y
las nuevas tecnologías se lo ponen
infinitamente más fácil: no hace
falta cambiar de continente para
cortar por lo sano, basta con dejar
de coger el teléfono y bloquear a tu
ex en las redes sociales. «Detrás
hay mucha inmadurez emocional
», asegura el psicólogo Carlos
Hidalgo. «En el fondo se acepta que
el silencio es una manera de decir
que no. Hay aversión al conflicto»,
defiende el periodista Juanjo Cerero.
Raquel y Fabián (nombres ficticios)
–ella, periodista y él, taxista,
los dos en torno a los 50 años y residentes
en la provincia de Málaga–
se conocieron a través del sitio
de citas online Plenty Of Fish
(POF). Quedaron y se gustaron.
Durante el mes siguiente, se vieron
casi a diario, siempre en el entorno
habitual de ella –en su casa
o en la calle con sus amigos– porque
él le explicó que sus padres estaban
de visita. A ella no le pareció
una excusa para ocultar una doble
vida porque, aparte de su trabajo,
no tenía muchos compromisos y
dejaba el móvil olvidado durante
horas sin preocuparse por él. La
relación se iba consolidando y él
incluso hablaba de un futuro juntos
con toda naturalidad.
Una mañana, la llevó en el taxi
a su trabajo. «Y hasta hoy: nunca
más he vuelto a verlo», relata Raquel.
De eso hace casi dos años.
Fabián dejó de contestar a los
mensajes y las llamadas. El primer
día, ella no le dio mucha importancia,
pero al cabo de una semana
estaba llamando a los hospitales,
pensando que le había ocurrido
algo. Era como si se lo hubiese tragado
la tierra. Como buena periodista,
activó todos sus recursos de
investigación y lo rastreó: resultó
que sí, vivía donde había dicho
que vivía, y no, no había sufrido
un accidente ni una repentina enfermedad.
Simplemente, le había
hecho un ‘ghosting’ de manual.
«Pequé de ingenua porque no
me lo podía imaginar. No soy paranoica
ni ansiosa; tampoco cándida,
pero sí confiada. La gente que
me conoce sabe que yo dejo mucha
cuerda. Si alguien me dice que
no quiere estar conmigo, no le voy
a acosar ni a presionar. Aquí paz y
después gloria», se sincera.
«Maldigo el día que naciste»
Lo pasó mal, pero no porque estuviera
enamoradísima, sino por la
incertidumbre: «Nunca sabré qué
pasó». Meses después, una de sus
amigas lo vio en Málaga, al volante
de su taxi. Se había cortado el
pelo y la miró raro. «Mi amiga estuvo
a punto de hacerle la escena
en la que Charlotte le dice a Mister
Big ‘Maldigo el día en que naciste’,
en ‘Sexo en Nueva York’»,
se ríe Raquel, con distancia.
En su opinión, también le podría
haber pasado si le hubiera
conocido en la barra de un bar.
Pero admite que, cuando se queda
con alguien a través de una
aplicación de contactos, uno no
tiene más referencias de ese individuo
que las que él quiera
ofrecer en su perfil: no sabe si
está casado, si tiene amigos o si
sufre un trastorno mental.
El psicólogo Carlos Hidalgo considera
que sí hay una relación directa
entre el ‘ghosting’ y las nuevas
tecnologías. «Ahora lo hace
cualquiera, porque es mucho más
fácil», afirma. A veces, el ‘fantasma’
envía un mensaje antes de
bloquear a su víctima y escabullirse.
Así se ahorra la cara de sufrimiento,
las lágrimas, las recriminaciones
o los insultos.
Para el periodista y bloguero
Juanjo Cerero, es el signo de los
tiempos. «En internet impera la
mentalidad de la ironía, hay una
actitud socarrona ante la idea del
amor romántico y para siempre.
Tener pareja es un lujo que uno
puede o no puede permitirse y, a
menudo, un hobby, un objeto
más de consumo. Las relaciones
de larga duración están en crisis y
cada vez hay más gente que vive
sola y prefiere el sexo casual»,
afirma. Y cree que el ‘ghosting’
es, en cierto modo, un lugar común:
está aceptado que el silencio
es una respuesta plausible,
una forma de decir ‘adiós’ eludiendo
el enfrentamiento.
Para el psicólogo, detrás de
esta práctica hay «mucha irresponsabilidad
e inmadurez emocional
». Y no solo en el ámbito de
las citas, sino en todos los aspectos
de la vida. «La incapacidad
para dar la cara y afrontar las dificultades
es un fenómeno extendido.
Muchas personas no saben
resolver los conflictos y no se dan
cuenta de que la huida no es la
respuesta. Los problemas no se
solucionan solos con el tiempo»,
advierte.
A su juicio, esta actitud es mucho
más frecuente en los jóvenes
y, sobre todo, en los varones.
«Tengo consulta en Castellón desde
hace más de 20 años y nunca,
jamás, he visto a un hombre romper
como Dios manda –sentencia–.
Se portan mal, se ponen bordes
o se buscan una amante para
que la pareja los deje a ellos, pero
raramente se sientan a hablar».
La víctima sufre en su autoestima.
Tiene que superar el duelo de
la ruptura pero, encima, no sabe
qué ha pasado. «Acaba pensando
que ha hecho algo mal para ocasionar
la fuga», señala Hidalgo.
«Antes los electrodomésticos
duraban toda la vida porque se reparaban.
Ahora en cuanto tienen
un desconchón, los tiramos. En las
relaciones pasa igual», reflexiona.
Si te he visto, no me acuerdo.
(No) tenemos
que hablar
«Después de un
mes de relación, un
día dejó de coger el
móvil. Y hasta hoy»
«Di que no estoy»
La palabra ‘ghosting’ viene de
‘ghost’ (fantasma en inglés) y
podría traducirse como desvanecerse
o desaparecer.
Cuando no había móviles, el
‘ghoster’ dejaba de contestar
el teléfono de casa; sus familiares
o compañeros de piso
hacían el trabajo sucio. Tras
unas cuantas llamadas fallidas,
la víctima captaba el
mensaje.
13% de los encuestados habían
sido víctimas de ghosting y el
11% lo habían practicado, según
un sondeo de YouGov
realizado en EE UU en 2014.
‘Ghostbot’ lo hace por ti
El usuario indica el número
de teléfono de la persona
que envía «mensajes no deseados
» y la aplicación
‘Ghostbot’ responde con textos
que eluden el ‘no’ rotundo.
El remitente captará que
le hacen el vacío.
FANTASMA
Ahora a ‘irse
a por tabaco’
se le llama
‘ghosting’.
La cobardía
es la misma
:: INÉS GALLASTEGUI