Juntos, pero no revueltos
El refranero español es muy rico en todo tipo de sentencias y en concreto hay un refrán que viene a cuento debido a una realidad que va llegar en breve: “Cuando las barbas del vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar” (en alusión a la costumbre de poner en remojo la barba para facilitar su afeitado). Y esto viene al caso porque los registros civiles de China han experimentado un repunte sin precedentes de casos de divorcio, batiéndose el récord de demandas pasada la cuarentena. El confinamiento implica que de un día para otro, nos encontramos con la perspectiva de pasar un mes en un espacio limitado y cerrado, acompañados únicamente de nuestro núcleo familiar más próximo. Esto conlleva a que se esté expuesto a toda la tensión que genera esta falta de libertad sin acceso a espacios de fuga. La casa deja de ser un lugar de placer, ventura y tranquilidad convirtiéndose en un campo minado de tensiones, estrés y angustia. A la frustración e impotencia hay que añadir la angustia por la inseguridad laboral y la estrechez económica, lo que dará lugar a momentos complicados, encontramos ante un mes de riesgo para la estabilidad de la pareja, convirtiéndose en una “prueba de fuego” para la relación. Porque este confinamiento acentuará la dinámica anterior: si era buena la relación, será mejor; pero si había fisuras, se resaltarán. No obstante, esta situación se puede ver como una oportunidad para salir reforzados como pareja. Lo primero que se debe hacer es aceptar este estado intentando mostrar una actitud positiva. En un caso de confinamiento, la organización y el reparto de tareas en el hogar es vital, por lo que hay que sentarse a dialogar (iniciando así el proceso desde la comunicación) para establecer las rutinas donde se contemple que cada uno tenga un espacio individual. Si surge un conflicto (que surgirá), lo adecuado es posponer el brete para hablarlo después, desde el sosiego. Si la pareja aprender a gestionar junta esta situación, saldrá mas sólida y robusta. www.carloshidalgo.es