LA AVARICIA
Esta semana se han cumplido 10 años del arresto de Bernie Madoff por la mayor estafa piramidal de la historia (un fraude de 65.000 millones de dólares). Madoff confesó a sus hijos que su fondo de inversión libre (hedge fund) estaba en quiebra, y que su estrategia inversora de décadas se había basado en algo tan básico como pagar los intereses de unos con las inversiones de otros, hasta que la crisis de 2008 hundió el valor de las inversiones, ahuyentó el capital e hizo imposible seguir con la estafa. Su caso no fue el primero ni será el último, pues en la naturaleza del ser humano se encuentran la avaricia y la codicia. La avaricia es el afán o deseo desordenado de poseer riquezas, bienes, posesiones u objetos de valor con la intención de atesorarlos para uno mismo, mucho más allá de las cantidades requeridas para la supervivencia básica y la comodidad personal. Los estudios demuestran que el ser humano es tan proclive a estafar y a ser estafado porque cree que merece más de lo que tiene. Pero este ego no sólo juega por el lado de la víctima, también actúa en el estafador pues en la mayoría de los casos lo que el timador quiere, aparte del dinero, es el poder, lo que hace que la mayoría de los defraudadores suelan acabar arruinados. Y, por absurdo que parezca, cuanto más progreso económico desarrolla una sociedad, más infelices suelen ser los seres humanos que la componen debido a la avaricia. De ahí que algunos de los países más ricos de la tierra (Suecia, Noruega o Estados Unidos) tengan la tasa de suicidio más elevada del planeta. En el mundo, un millón de seres humanos se quitan la vida cada año, y otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo. Y es que lo que verdaderamente hace vulnerable al ser humano, además de la soledad, es la avaricia. www.carloshidalgo.es