La ciencia de la felicidad
A pesar de que la felicidad es un concepto multifacético que involucra matices emocionales, psicológicos y sociales, hay un aspecto biológico subyacente que también desempeña un papel crucial. Esta connotación biológica se relaciona con las hormonas, compuestos químicos producidos por el cuerpo que influyen en nuestra dicha y bienestar general. Entre las numerosas hormonas que afectan a nuestro estado de ánimo, hay cuatro que destacan particularmente por su papel en promover la sensación de alegría y felicidad. Estas son la dopamina, la serotonina, la oxitocina y las endorfinas. Estos cuatro neurotransmisores se activan o estimulan de formas diferentes y conocer su funcionamiento ofrece una visión asombrosa sobre cómo nuestro cuerpo regula nuestras emociones cuando experimenta el gozo, la satisfacción y el solaz. Por un lado, se conoce a la dopamina como el neurotransmisor del placer y la recompensa, ya que se libera en respuesta a experiencias placenteras, como comer algo delicioso, recibir un cumplido, escuchar música o hacer ejercicio. El segundo de los neurotransmisores es la serotonina, asociada comúnmente con sentimientos de felicidad, calma y satisfacción. Actividades como leer, dar un paseo o meditar ayuda a aumentar su nivel en el cuerpo. La oxitocina es conocida como la “hormona del amor”, pues se libera en respuesta al contacto físico cercano como besos, caricias o abrazos. Además de promover sentimientos de apego y vínculo en las relaciones interpersonales, también impulsa la empatía y la generosidad. Cultivar relaciones significativas, ser afectuoso y altruista aumenta los niveles. Por último, las endorfinas son los neurotransmisores que actúan como analgésicos naturales del cuerpo, liberándose en respuesta al estrés o al dolor, aliviando el malestar. Hacer ejercicio, comer chocolate o reír, liberan endorfinas elevando nuestro estado de ánimo. En resumen, las hormonas de la felicidad desempeñan papeles diversos, pero interrelacionados en la promoción del bienestar emocional y, al comprender la química que hay detrás, podemos realizar acciones que fomenten un estado de ánimo positivo, cultivando una sensación duradera de bienestar. Porque la felicidad no está en el tener, sino en el ser. www.carloshidalgo.es