LA PALMA
La erupción volcánica que comenzó el pasado 19 de septiembre en La Palma cumple ya quince días. La lava escupida por el volcán ha cubierto cientos de hectáreas y cuando el volcán se detenga, y las coladas de lava se solidifiquen, el paisaje quedará totalmente cambiado, invadido por un terreno que los canarios llaman malpaís. El término se utiliza para describir una superficie tortuosa, estéril, árida e impracticable que hará que, por muchos años, no se pueda volver a construir o cultivar nada en toda la zona. Aunque la mayoría de los habitantes de La Palma, sabían que esto podía suceder, no por ello dejan de sufrir pesadillas al desconocer cómo acabarán sus propiedades y cúal será su futuro. Por esto es especialmente indignante que en un primer momento la ministra de Turismo (Reyes Maroto) definiera la erupción como un espectáculo maravilloso y un reclamo turístico. Esto más bien es una declaración indignante, insolidaria y cero empática, ante una gente que lo ha perdido todo. Porque no hay espectáculo ni atracción turística en un drama humano. El Grupo de Intervención Psicológica en Emergencias y Catástrofes trabaja desde el primer día para prestar asistencia psicológica a los afectados. Ante una situación tan crítica como esta, las reacciones cognitivas, emocionales y conductuales son impredecibles y distintas entre sí, de la misma forma que las personas somos diferentes unas de otras. Lo que sí es común es el desequilibrio que provoca a todos a nivel físico, psicológico, económico y ambiental. En este tipo de catástrofes lo que se necesita más que psicoterapia es ayuda. Ayuda a la víctima para que intente comprender lo ocurrido, orientándola en la toma de decisiones y en la ejecución de las acciones más urgentes para afrontar la situación. Porque nos creemos que nuestra vida es segura y no lo es tanto. Solo somos conscientes de la inseguridad cuando tenemos un evento que hace temblar nuestra existencia. www.carloshidalgo.es