Las asas del sentido Hace unos 2.000 años, Epicteto, uno de los filósofos más conocidos de la corriente estoica, nos habló de “las asas del sentido”, un sabio consejo sobre cómo afrontar las decepciones. A saber: Cada cosa tiene dos asas: una por la que es llevadera, y otra por la que no lo es. Si tu hermano actúa injustamente contigo, no lo tomes por el lado del agravio, pues esa es el asa no llevadera. Si lo tomas por el otro lado, y piensas que es tu hermano y que es la persona que creció a tu lado, ese lado bueno hará más soportable la decepción. El filósofo hacía referencia a esa tendencia humana de irritarnos y desilusionarnos cuando las cosas no salen como quisiéramos; pero también incita a ver la situación desde una perspectiva que haga la situación más tolerable, atemperando el daño que nos causa. Para ello, fiel al estoicismo, abogaba por enfocarnos solo en lo que podemos controlar, pensando que solo importa lo que depende de nosotros. Convencido de que debemos encontrar el equilibrio y la paz interior (la eudaimonía), Epicteto nos alertaba de lo erróneo de muchas de nuestras interpretaciones, pues nuestro pensamiento a menudo se apresura a sacar conclusiones precipitadas, realizando juicios de valor, empujado muchas veces más por la emoción que por la razón. No olvidemos que nuestro diálogo interno, nuestra interpretación de los hechos, es la causante del 90% de nuestras ansiedades y preocupaciones. En definitiva, hemos de intentar tomarnos las cosas con “filosofía”, asumiendo que muchas veces las personas no hacen daño a propósito, sino que simplemente se han dejado llevar por las circunstancias