Suicidio ampliado
La pasada semana una mujer de 37 años se arrojó al vacío desde un sexto piso de la capital Murciana, con su hijo de 4 años en brazos. La mujer falleció en el acto y el niño lo hizo poco después en el Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, donde nada se pudo hacer por salvarle la vida. Desde el punto de vista psicopatológico, acabar con la vida de otra persona, además de con la propia, se enmarca dentro de un cuadro depresivo grave, que incluye en el cuadro sintomático un delirio de ruina y culpa. Estaríamos así ante lo que llamamos un Trastorno Depresivo Mayor Grave con síntomas psicóticos. Esto es, una persona que se encuentra deprimida y que en el contexto de su depresión presenta unas ideas irrefutables e irreductibles a toda argumentación lógica, que implican un futuro adverso, tanto para ella como para sus seres queridos y que, por tanto, la única forma de dar fin a este intenso sufrimiento es la muerte. Para estas personas, el hecho de quitar la vida a un ser querido no es un acción punible, mas bien lo ven como un acto de características altruistas que tiene como fin liberar a otros de un sufrimiento que sólo ellos, en su delirio, son capaces de sentir. Esta sobredosis de tristeza provocada por la depresión se suele dar en casos de graves trastornos que distorsionan la percepción hasta convertir la vida en algo insoportable, por eso en un último acto de amor deciden terminar con otros seres queridos antes de suicidarse. De ahí que un suicidio ampliado además de producirse en el contexto de una depresión grave se centra en el entorno familiar más cercano del paciente. Afortunadamente no es frecuente que los trastornos mentales, tanto depresivos como psicóticos, tengan estas consecuencias. Lo importante es poder comprender a la persona para poder ayudarla con una terapia psicológica combinada con la farmacología correcta. www.carloshidalgo.es