EL PERIÓDICO MEDITERRÁNEO Artículo de opinión 10/01/2020
Teorías conspiratorias
Jake Angeli también conocido como el “Lobo de Yellowstone”, se ha convertido en una de las figuras más representativas de la incursión violenta al Capitolio. Con piel y cuernos de bisonte, sin camisa, con la cara pintada con los colores de Estados Unidosy enarbolando la bandera del país, el activista se hizo pasar, en el asalto, por un líder en defensa de una idea conspirativa como es la de QAnon. Esta es una teoría de conspiración (completamente infundada) que dice que Donald Trump está librando una guerra secreta contra unos adoradores de Satanás que gobiernan Estados Unidos en la sombra y que defienden una red de pedófilos, que utiliza sangre de niños para crear ciertos químicos. Ahí es nada. Las teorías conspirativas suelen ser marginales y no tardan mucho en desinflarse, pero esta ha crecido al vivir su referente en la Casa Blanca (hasta la próxima semana). Es evidente que el apoyo de Trump no puede bastar para entender el aumento de seguidores de QAnon. Los que apoyan la teoría comparten un perfil psicológico dado al pensamiento conspirativo y a percibir patrones “ocultos”, lo que les hace sentirse con cierta superioridad sobre los que aún no se han percatado de la “verdad” y siguen con la venda en los ojos. Las personas conspiranoicas no tienen ninguna enfermedad mental, pero sí rasgos que las hacen proclives a creer que conocen un secreto, negado a la mayoría, que les hace especiales. La realidad es que es importante fomentar el espíritu crítico y entender que existe información fiable y otra que no, por lo que hay que reflexionar antes de creer y compartir cierta información. Porque tener acceso a ella no implica tener mejor capacidad para filtrarla. Y así, se acaba creyendo que, Hitler, JFK y Elvis siguen vivos, que la tierra es plana, que no se ha llegado a la luna o que los dinosaurios ayudaron a construir las pirámides. www.carloshidalgo.es