Triste Navidad
Diciembre es tiempo de reencuentros familiares, celebraciones y regalos, marcado por el espíritu navideño, que presupone alegría y felicidad generalizada. Pero, toda luz tiene su sombra y, para muchos, estas fechas son sinónimo de tristeza, llegando a provocar la llamada depresión blanca. Hay diferentes motivos que conducen a ello. En primer lugar, son unas fechas en las que parece que es obligatorio ser feliz, sonreír y ser amable con todos. Pero hay gente que no se ve representada por ese sentir o que no es capaz de modificar su estado emocional, pese a la presión social. En segundo lugar, siempre hay una silla vacía en las reuniones navideñas, de un ser querido que ya no está, evocando un recuerdo que conduce a la nostalgia y añoranza. En tercer lugar, la obligación de encontrarse con algún familiar que “vuelve a casa por Navidad”, y que no es de nuestro agrado, se encuentra también detrás del desánimo emocional. A todo esto, hay que añadir que la disminución de las horas de luz solar, también agrava la tristeza por el acortamiento del día. Una manera de intentar que el pesar no llegué a apoderarse de nosotros, con su cóctel de tristeza y apatía, es aceptar la tristeza serenamente. Tenemos derecho a estar tristes en días señalados. Por otro lado, también conviene centrarse en el presente recordando que el pasado, por agradable que haya sido, no volverá, prestando atención a los seres queridos que sí están. Pero, sobre todo, conviene tratar de adoptar una buena actitud y estar dispuestos a afrontarlo de la mejor manera, porque no podemos cambiar la realidad, pero sí mirarla de otro modo. www.carloshidalgo.es